28 dic 2010

SEÑORITA

Ultimamente mi corazón va dando tumbos como un ciego en una discoteca. Hoy he caminado por el "Húmedo" como siempre con la mirada baja y la moral alta, y entonces nos hemos cruzado. Aunque me falla la vista una barbaridad y veo menos que un gato de escayola, te he reconocido en seguida. Sigues teniendo esa cara de aristócrata francesa, barbilla de actriz de los 60 y coloretes de Heidi... y como no, tus pechos estaban justo como yo les recordaba, imparables, apuntando al frente; siempre lo he dicho, podrias asaltar diligencias con esos pechos.
Al verte tan guapa me he sentido ridículo y minúsculo, con mi ropa pasada de moda y estas entradas cada vez más prominentes en mi habitual cara de niño. Y es que de verdad estabas estupenda. Todos nuestros conocidos dicen que éramos una gran pareja. Tonterias, si realmente lo fuéramos seguiriamos juntos, como Bogart y Bacall, como Mister Potato y la calvicie. Por eso despues de ver tus buenos modales y tus palabras de cortesia me he sentido mareado, desnudo y estúpido, a punto de llorar delante del edificio de Correos. Nunca supiste que era tan fragil como un hilo de araña en una autopista.
Si tuviese el valor suficiente, si ese Dios que nos separó hubiera empleado menos costillas de barro y más coraje, ahora estaría volando desde una de las torres de la Catedral. Pero no, soy demasiado cobarde y seguiré bebiendo tus recuerdos en batidos de amargura.


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