7 dic 2010

HAZAÑAS BÉLICAS

Estamos en “la charca”, solemos llamar “la charca” al Atahualpa porque hubo un tiempo en el cual la media de edad era bastante superior a la nuestra, y ese era el lugar donde iban las gacelas cojas a beber, las gacelas cojas eran ese tipo de mujeres con la edad y la cantidad de alcohol adecuada como para dejarse caer, generalmente en manada, por un lugar así. Mario afirmaba que enfrente nos tenían a nosotros: los leones desdentados, que en lugar de comérnoslas las babeábamos. En aquel entonces todavía teníamos ganas de hacer bromas sobre la edad.
La música no es mala y me quedan unos 30 euros aburriéndose en la cartera que me suplican que les cambie por más copas. Mañana no trabajo, lo que significa que ninguna obligación me puede desviar de mí mismo, de mi habitual egoísmo. Una chica me sonríe (o eso me creo, a estas alturas de la noche cuesta más de lo habitual distinguir entre espejismos y esperanzas) y esa sonrisa es como si el Maine acabara de volar por los aires: toda una declaración de guerra. Así que me acerco y empezamos a hablar. Le cuento lo de Noelia y ella lo del gilipollas de su padre, podría subir la apuesta, pero aún no sé que mano llevo. El suspense está ahí, la tensión está ahí, la chispa está ahí, todo está ahí menos lo imprevisible. Estamos a 13 minutos de caernos mal A estas alturas tengo un Waterloo en mi entrepierna, y le acabo de dar mi facebook, así que pruebo a haber algún avance en forma de susurros cerquita de la curva de su cuello, miradas, sonrisas a tiempo, gestos… intento ganar terreno como un soldado de la primera guerra mundial, bayoneta en mano saltando de una trinchera. Siento que sus labios me invitan, pero antes de que pueda fijar las coordenadas, y mientras pienso que su estúpida perorata está interrumpiendo mi monólogo interior la oigo decir:“ sé lo que estás pensando”, “por supuesto que no tienes ni puta idea de en que estoy pensando” pienso yo. “estás pensando en que ojala gane el PP”:replica ella sonriendo En realidad estoy pensando en lo mucho que me gustaría llevármela a mi casa “más o menos" respondo. Pero en el fondo sé que esas 9 palabras son las que separan el antes y el después. La culpa es mía, de mi camisa de marca y de mi pinta de chico convencional que la han llevado erróneamente a pensar que soy un facha. Yo que me puse el pendiente en la ceja en un vano intento por parecer un chico malo y salvaje… la miro incrédulo, negándome a asimilar tanta estupidez, y la respondo de la forma más cruel y sarcástica que puedo. Ella tampoco se corta ni un pelo. Es un puto Trafalgar del ligue. La veo irse, regreso cautivo y desarmado con Juanjo y Dimas que siguen indiferentes, embarcados en una de esas conversaciones banales que tanto nos gustan, y compruebo por enésima vez que aquí, borracho con mis amigos, es donde más a gusto y más auténtico me siento, siempre entre los damnificados de la noche, siempre entre los últimos en irnos. No es mal sitio para vivir: entre amigos o entre los primeros acordes de esto:

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