1 dic 2010

ALIGERANDO EQUIPAJE

Todo el puto día sin saber a que aferrarme para no caer en las garras de la angustia y la mala uva. Imagino que es jodido apartar las cosas que son de uno mismo, el caso es que esto me va a costar la cordura. La tarde ha sido extenuante, de aguantar idiotas en el trabajo y en la vida, de discutir con subnormales que tras mucho gesticular y rasgarse las vestiduras terminaban dándome la razón, con un hilo musical digno de una residencia de ancianos vomitando temas infrahumanos de Amaral y de Bisbal y con la desagradable gente con la que he tenido la desgracia de compartir mis horas laborales sin aportar nada nuevo. El lugar donde desperdicio mis días está a las afueras, y tiene algo de paisaje industrial románticamente feo, casi apocalíptico. Si entras ya se te desangra el buen gusto. Anochece, tiro la basura y me enciendo un cigarro y noto de nuevo una angustia antigua que se me clava en la boca del estómago. Una llamada al móvil me saca de mi hipocondría, la propuesta es ir a ver el partido y tomar unas cañas, me repugna el 80% de la gente que me rodea y el 90% de los planes absurdos que me proponen, a la vez me fascina tanta estupidez junta, es raro. Me invento una excusa para rechazar la propuesta. Regreso a casa por una Avenida de Mirat vacía, todo el mundo está viendo el fútbol, pero de repente comienza a nevar, muy flojito, solo para mí, el resto del mundo está atento a los goles mientras Salamanca me muestra una de las mejores escenas que he visto. Cambio la música del Mp3 y elijo algo del siglo pasado, mientras pienso que Bjork siempre me ha parecido una esquimala que da gritos que la hacen parecer medio subnormal.
Nieva despacito y decido que el resto de mis miserias me la traen floja esta noche


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