23 nov 2010

VACACIONES DE OTOÑO

Los camiones se deslizan por Álvaro Gil, circulan rugiendo por la recta jungla de asfalto, son de un blanco enfermizo. Un blanco que parece contagiar a las gentes de la zona, a esos pobres diablos que ahora dormitan sin soñar entre sus 4 paredes. Y mientras los camiones rodantes avanzan como una plaga y se extienden por la ciudad con su carga, yo, en mi triste apartamento, me lamento por tener que empezar mañana a trabajar de nuevo. Otras vacaciones pasadas a la sombra de la mediocridad, sin hacer lo que realmente me apetecía. Otras vacaciones que se escapan de las manos, del tiempo y para rematar la jugada sin ni siquiera haber aprovechado mi último día.
Estudiantes que regresan gritando y haciendo eses, señal de que se acabó el alcohol y se acabó la noche, Yo me cago en su puta madre, mitad por envidia, mitad por pagar mi frustración con alguien. Mañana me toca incorporarme otra vez a mi rueda cotidiana, a mi miseria particular. A las 7 de la mañana pararé el despertador de un manotazo, me pondré en pié con dificultad y mientras el agua tibia de la ducha resbale por mi piel me odiaré por no intentar cambiar esta vida que tanto agobio me causa, esta vida que ,en noches así, siento que me acaricia con cuchillas de afeitar oxidadas…


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