9 nov 2010

CAPAZ DE LO MEJOR Y DE LO PEOR

En Salamanca la gente de fuera abundamos, por eso no suponemos para la gente de aquí ninguna novedad, ni les suscitamos curiosidad alguna. La primera vez que salí recuerdo una gran amplitud de género femenino, lo que me inoculó el falso presagio de un glorioso futuro sexual. 6 años más tarde y con una soledad mayor, confirmo que no fue así. None y yo teníamos la teoría de que en Salamanca se ligaba un montón. Debe ser cierto, aunque generalmente Salamanca no te proporciona la satisfacción personal de la conquista. Puedes haber flirteado con una chica cada fin de semana de Octubre, pero llegas a fin de mes con el mismo extraño sentimiento de vacío de siempre. Igual no es cuestión de la ciudad, igual es lo mismo que en todos lados, igual es culpa mía ese agujero negro de la realización amorosa,
Pero Salamanca tiene un punto mas impredecible, es como si tuviese personalidad propia, Salamanca inquieta en ocasiones, aquí los estudiantes tienen siempre 20 años y tu vas haciéndote mayor sin delicadeza como diría Sabina, y entretanto Salamanca no te presta atención, no le importas, porque sabe que está por encima de ti, que si no estás a gusto solo tú saldrás perdiendo. Porque a pesar de las convenciones y de las reglas que separan el bien y el mal, de la supervivencia y del fracaso, del día y de la noche, esta ciudad lleva dando a mucha gente la oportunidad de ser quien quieras ser, y que casi nadie se preocupe por ti, ni se meta contigo, ni se moleste por ti. Y menos que nadie ella.
Porque hay algo que está claro, una cosa son los salmantinos (oriundos y adoptados) y otra cosa es Salamanca, aunque ella no lo diga. Creo que no lo dice porque no lo importa, porque está hasta los cojones de todos los que llevamos demasiado tiempo con ella y a punto de hartarse de ella misma. Lo noto en que a veces estoy a punto de ser feliz viviendo aquí, pero no lo acabo de ser, como si me faltara algo… o alguien. Y me siento como cuando el dentista te saca un diente y te pasas el día tocando su ausencia con la lengua, palpando con la esperanza de encontrarlo ahí. Y eso me resulta triste, que Salamanca se me insinúe cruelmente, como la desconocida que te lanza un beso antes de cerrarse el ascensor. Y lo peor de todo es que no pierdo la fe, aunque pasen los días, aunque no deje de resultarme curioso que una calle hecha para pasearla solo los días de niebla se llame Compañía. Porque me hace creer que algún día caminaré por esa calle con quien quiera y encontraré a la dueña del beso alado.

1 comentario:

  1. Deja de ir a comprar al corte ingles... deja de hacerte pajas... luego ay que pena ay que pena!!!

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