14 nov 2010

N

Había una vez una niña con 4 ojos y dos piernas y 3 manos y 6 relojes, y tenia una hermana y una piscina en la azotea. Y si abrías las ventanas de su corazón veías 4 años perdidos al fondo de su aorta. Y 2 mariposas azules le salían sobre la nariz, y te miraban por dentro y te veían. Te veían de verdad.
La niña de los 4 ojos y las 3 manos y la azotea y todo lo demás se llamaba Noelia y nació un día de Noviembre más bonito que el huerto de Calixto en otoño. Sabía poner una sonrisa de punto y seguido a las historias y un par de carcajadas en el café cortado por si más adelante el día se ponía peliagudo. Noelia y yo nos conocimos una noche oscura de verano, de linternas y de botellas en el suelo. Ella me llevó a ver la ciudad donde vivían las princesas francesas y también me enseñó a comer calabacines. Noelia y yo hemos viajado y nos hemos reído el uno del otro, nos hemos sostenido los tonos más graves y hemos bailado. La niña de las múltiples manos y los 6 relojes es probablemente lo más bonito que queda en mi vida, que también tiene varios años sucios y llenos de polvo. Por todo estas cosas y por alguna más nunca dejaré de darla abrazos a destiempo y de intentar sacarla de sus casillas y de gritarle gracias a base de letras y espacios en blanco.
Noelia tiene esta tarde lánguida de domingo 34 finales de siglo prendidos entre los dientes.
Felicidades None, y que sigan lloviéndote Noviembres. Yo me ocupo de eso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario