7 oct 2011

NACÍ CON LA DESDICHA DOS TALLAS MÁS GRANDE

Día de luto en mi país interior. Luto nacional en el país de Jaime, y todo causado por la existencia de diablos que creen saber más que diablos. Lo peor de todo es que me gusta que existan, pero sucede que de un tiempo a esta parte no tengo demasiadas ganas de bailar aguas que no he de beber ni quitan la sed, ni me pongo nervioso al oír un nombre que echo de menos. Además no suelo ser de terceras oportunidades con según que gente.
El caso es tras días así me sigo sintiendo un viejo de 30 y tantos a base de que se me escurra el tiempo entre los dedos y de que hay miles de cosas que no entiendo y juzgo por no saber mirar más allá. Mi presente de ahora lo componen abrazos pendientes, proyectos, ideas tontas, apuntes, teorias absurdas, bosquejos, papeles dispersos, casi todo difuminado. Como yo, como el mundo sin gafas. La verdad es que nunca me he sentido especialmente en consonancia con esta vida, más bien diría que vivo a salvo en sus márgenes, tampoco es tan difícil asumir la dificultad de dar sentido a la existencia.
Igual debería explicarme mejor, pero las explicaciones me hacen parecer más gilipollas y cobarde de lo habitual y enumerar me hace sentir perdido. Afortunadamente siempre he tenido la excusa perfecta a la que acudir cuando las matemáticas me fallan: “soy de letras”. Y es que fallo bastante y de manera matemática ultimamente. Así que prefiero cagarla y no hacer una llamada y quedarme en casa, colocando mi angustia (estupidez) ante vuestros ojos, dejando caer la tarde y pensando que aunque esta vida que llevo quepa en 3 cifras de saldo (o de adeudo) y de que solo beba ron porque es bebida de piratas, a lo mejor lo que me pasa es que siempre he tenido 17 años.
En fin, sea como sea, tú sigue cantado, querido Leonard, al menos hasta que se apaguen las voces de los gilipollas que pueblan esta ciudad...

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