25 ene 2011

LA CHICA DEL SARGENTO PIMIENTA

Hemos salido a tomar una caña y son más de las 5 de la mañana. Ninguno ha ligado pero nos da igual y prolongamos la noche ignorando la hora, otra noche sin más argumento que beber y hablar. Así que mecidos por el alcohol hace un ratín nos hemos colado por la puerta del Pepper´s y hemos pedido la primera de las rondas que un último bar puede darte. Me cae bien la camarera. He cambiado con ella unas 60 palabras, un rendimiento más bien pobre para la casi media hora que llevamos en esa barra, pero teniendo en cuenta de que en mi caso las probabilidades de decir cualquier idiotez y cagarla son inversamente proporcionales al tiempo invertido casi es mejor así. Aparenta ser simpática, cordial, cercana, lo tiene todo para ser odiosa. El hecho de que sea camarera me convierte en la víctima perfecta, la polilla que va a la lámpara, y es que últimamente siempre que vamos al Pepper´s acabamos intercambiando pullas y palabras con ella lo cual imagino me convierte en el típico espantapájaros que da la brasa a las camareras, pero el caso es que me fascina su conversación y que soporta mi charla con más clase y elegancia de la que jamás seré capaz y teniendo en cuenta que hay chicas que me suelen recordar como "el chico con la conversación más interesante de la noche, de la misma noche en la que se liaron con el abogado de camisa planchadita", pues no está mal. Además me consta que me lee y no tengo muchas oportunidades de que le pida algo a una chica y que ella me lo conceda. Así que le pido 2 cervezas y un Habana3 con coca cola y le cuento que un día un amigo mio se desmayó a la salida de su bar y yo aproveché para ligar con una chica que tenía un tatuaje en el mejor de los sitios posibles mientras la comentaba que mi amigo solo quería imitar a River Phoenix. Que soy consciente de que no encajo demasiado en el Pepper´s, pero que hace unas horas estábamos sudando alcohol en el Revolutum y tratando de enamorarnos de un escote y que sentía que tampoco encajaba. Que últimamente me pregunto donde se esconde en Charrajevo la gente que no encajamos en ninguna parte.Y noto que ella se ríe, y me da la impresión de que las botellas ordenadas en baldas a su espalda también se ríen, y dudo si lo hace de mi o conmigo, y no me importa porque el alcohol me ha conservado la mirada del Revolutum. Y como esta noche no voy a pedir un teléfono al que nunca llamaré, la digo que voy a escribir sobre ella y que me cae bien, pero esto solo lo escuchan los 2 botellines de cerveza de Juanjo y de Dimas y mi segundo ron-cola porque ella, como siempre, ya no está.

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