11 ene 2011

REGRESO

Ahora que me están empezando a pesar estos últimos años, y que la distancia ya no me asesta golpes y puedo rumiar las mismas tonterías de siempre y escribirlas aquí para que las lean otros, ahora he regresado a descubrir Salamanca, a sonreir junto a la casa de las muertes, a ver dormitar las palomas en los balcones de Anaya, a escudriñar en la fachada la rana (a la que si esa calavera tuviera un húmero, un cúbito y un radio con sus carpos, metacarpos y falanges como dios manda, se quitaría de un manotazo).He vuelto, como no, a la calle Compañia, de nuevo con la soledad pisándome los talones y me he cobijado en el silencio de esa hilera de farolas que hacen una extraña curva que hace que ame una vez mas estas pequeñas cosas que sin ser perfectas visten de hermosura lo que les rodea.
Estoy a una tirada de mi casa y voy despacio, mirando los tejados, las ventanas más altas, los escalones heridos, las aldabas viejas y oxidadas, al ciprés que hay junto a la "ponti". Y decido que me mola pasear por Charrajevo como una forma de conjurar el fracaso de mi vida.
Pero no me rindo, no pierdo la esperanza de que la camarera guapa de la cafeteria me enseñe a percibir el respirar de las piedras de la casa Lís mientras comparte un cigarrillo conmigo. Ni dejaré recostarme en el borde de la fuente de Calixto solo para diferenciar rumor del agua al caer del eco de la piedra del fondo. Y es que aquí en Salamanca todo se mueve...y yo no voy a ser menos.

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