14 jun 2011

LLORAR VIAJES

En 1996 las mujeres de mi vida ya no jugaban a las casitas. En 1996 yo todavía no conocía como solucionar mis problemas de escapismo. En 1996 apenas nadie se iba al extranjero, en 1996 nadie sabía decir MP3, ni China estaba en todos los telediarios. En resumen en 1996 el tiempo pasaba mas lento y los niños jugaban en los pasillos porque nadie tenia un movil con el que hablar desde el tren. En 1996 mi vida era una fiesta y yo aún no lo sabía.
En el 2011, a veces me siento extraño, confuso, incluso viejo. Me siento como en esas escenas de los dibujos animados, cuando en medio de una persecución a uno se le cae un yunque o una caja fuerte ( marca acme) y lo deja aplastado, en versión bidimensional y se levanta, se sacude el polvo y sigue corriendo. Así me siento: aplastado, bidimensional, pero no siento demasiado dolor y sigo adelante.
Está haciendo un pelín de frío este Junio y no hay demasiadas terrazas todavía en Salamanca. Subo en modo “piloto automático” por Azafranal con la brújula de la vida estropeada y pienso que la estatua del empresario es obra de un taxidermista ciego. Por de pronto pienso pasarme el verano bajando los domingo a por el Público con resaca al Kiosko de Puerta Zamora, buscando la inspiración en nicotina, olvidando consejos, hablando con el alcohol ( intentando no aburrirle), y confiando en que España le de algo al mundo más allá de la siesta y la paella. Así intentaré olvidarme de la desazón mordiéndome con ganas, de salir a buscar algo al extranjero y de enamorarme de cosas absurdas. Cualquier cosa es válida para alejar la certeza de que me voy a pasar todo el puto verano en esta ciudad buscando ranas y astronautas.

2 comentarios:

  1. Eso te pasa por gastar el dinero en tontás y no ahorrar, ahora ay que pena ay que pena

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  2. Cuando teneís razón hay que darosla... no se puede decir más con menos.

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