11 jul 2011

DELIRANTES, DILETANTES... DESEOS

No confio demasiado en determinado tipo de relaciones. Quedo con ella y me pone al día de su vida, tambien me cuenta que ultimamente se está zumbando a un tipo por una cuestión de inercias, aburrimientos, soledades y necesidades y que la cosa no está del todo mal, pero que le aburre un montón. Que no le motiva demasiado. Puestos a sincerarse, me cuenta también lo de la otra noche: Después de cenar, los dos en la cama. Ella deseando el polvo del siglo y él que no se entera de la cosa y decide obsequiar a su socia de edredón con una sesión de cine, ni más ni menos que una peli de Godard. Tocate los huevos Maripuri!
Cuanta ingenuidad. Aunque pensándolo bien, la de veces que me he visto en una situación semejante por falta de comunicación y de picardía. Animalito. Visualicemos la situación: una mujer mediterránea y exuberante en tu cama, una hembra italiana de cine como dios manda suspirando que te abalances sobre ella y la hagas sudar a lo bestia. Que te la comas sin tanto por favor ni remilgo ni mireusté y… nada, que no hay forma.
Me imagino al tipo. “Ahora te voy a dar una sesión de cine de muchos quilates, de genuino intelectualismo urbano. Ahora vas a saber lo que es la construcción de personajes y la sutilidad de la condición humana”. Humor del bueno, ya te digo. Y ella que nada, que lo único que quiere que le enseñen es la resistencia de los muelles del colchón.
A veces me resulta sorprendente que los hombres y mujeres nos sigamos liando. Si en el fondo casi nunca nos entendemos del todo.
Pero seguimos hablando y surge la gran pregunta: que si yo, en fin, que si yo, bueno, pues eso, que si yo había sentido en algún momento algo hacia ella, algo diferente de esa relación de amistad que nos une. Es decir, que si me había gustado en algún punto de estos años o por lo menos albergado la intención de acostarme con ella. La respuesta fue no (y cuando digo no es no) y eso que reconocí que hace bastante tiempo, después de un cumpleaños y con algunas copas de más en la cabeza, sí que se me pasó por la cabeza subirla a casa y pasar la noche calentito entre sus pechos. Ella me reconoció que de follar nada de nada, que no la pongo demasiado, aunque sin embargo, después de acostarse con el tipo este últimamente suele pensar en mí y en mi sentido del humor. Ahí está el problema, me digo. Si bien casi ninguna de mis amantes me recordarán como el mejor de los polvos, me juego 2 mañanas a que muchas me meten en el topten de las conversaciones postcoitales, lo cual viniendo de alguien como yo capaz de decir “te juro que es la primera vez que me pasa” en 5 idiomas, pues no está mal….

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