19 abr 2011

LEVITANDO PÁJAROS

Ojeo la carta un tanto desganado y me pido algo llamado "elixir de sol africano" que por lo menos lleva café. Ella se ha pedido una mierda llamada "rojo crepuscular" o algo parecido, al menos eso me ha parecido escuchar. Me tomaría un ron con coca cola, pero no me apetece desentonar, son poco más de las cuatro de la tarde y no me mola demasiado que ella me vea beber tan pronto. La verdad es que parece estar encantada entre tanta infusión y tanto tiramisú y tartitas de queso con arándanos. Los sofás son cómodos, el diseño es lo más, la música comercial es megadivertida, la gente superguapa y la conversación inexistente. Me pregunto porqué cojones la he llamado con lo bien que estaría en casa ahora mismo leyendo, viendo una peli o jugando a la play. Un cubata, suplican mis ojos, necesito un puto cubata como dios manda, cuanto más cutre y más cargado mejor, al tiempo que la digo que me encantan los lugares así, que si algo necesita Salamanca son cafeterías de este estilo, donde poder tomarte un buen "rojo crepuscular" con su canelita por encima y su de todo.
LLega la camarera con la infusiones y me enamoro directamente, su pelo corto y moreno me dice que ella tambien se tomaría un copazo, apuesto a que un buen gin tonic, en algún lugar sin salida de emergencia.
Voy al baño con la camarera en la cabeza y el elixir de sol africano en la vejiga. Me lavo las manos con la mayor calma del mundo y busco una ventana que no tenga barrotes para salir corriendo.
Regreso con la susodicha y me pongo a hacer chistes malos sobre los nombres cursis de las infusiones. Ella ya no se ríe y maldice la noche en la que me dio su teléfono. Entonces me callo y miro a la camarera como está tirando unas cañas con la mirada ensoñadoramente perdida.

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